María al servicio de los planes de Dios

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    Ya estamos a las puertas de la fiesta de la Navidad. Mañana ya celebramos la solemnidad de la Navidad del Señor.

    En el tiempo litúrgico del Adviento, la liturgia nos ha ido presentando a los principales personajes que esperaron de una manera extraordinaria al Señor.

    Nos ha presentado a los profetas, que ante la venida inminente de Cristo al mundo, denuncian el pecado del pueblo y llaman a la conversión y a prepararse para la llegada del Salvador.

    Nos ha presentado a Juan el Bautista, que viene como precursor para preparar el camino al Señor que ya llega, que anuncia una llegada inminente y llama a prepararse para ello.

    En este último domingo, nos presenta al personaje más importante del Adviento, que vivió como nadie la llegada del Salvador, porque era su Hijo, porque el Salvador nacería de ella: la Virgen María.

    María se preparó a la llegada del Salvador al mundo con una actitud de plena disponibilidad y colaboración con los planes de Dios. Por boca del ángel, Dios le anuncia que va a ser la madre del Salvador y, ella, que no acaba de entender los planes de Dios, sin embargo, se fía de Él y se involucra plenamente en hacerlos realidad con su «sí», su «hágase en mí según tu Palabra». María es un modelo auténtico para nosotros de la espera del Salvador:

    Ella le espera con fe en Él y en el plan de Dios de salvar a la humanidad caída.

    Ella lo espera llena de alegría, porque sabe que, por ella, y a través de su colaboración, Dios va a realizar el rescate y la salvación de la humanidad hundida en el pecado. Por eso, ella se ofrece generosamente a servir al plan de Dios y lo espera poniéndose, plena y totalmente, al servicio del plan de Dios, incluso, cuando este plan de Dios la lleve a renunciar a sus propios planes.

    Tres actitudes que debemos encarnar todos y cada uno de nosotros como seguidores de Cristo:
    • Fe, para dejar que Cristo nazca en cada uno de nosotros y nos salve. Una fe que debe llevarnos a abrirle nuestro corazón para dejar que entre en nuestra vida y viva en nosotros.

    • Alegría, porque con la llegada de Dios a nosotros sentimos hecho vida y realidad palpable el gran amor que Dios nos tiene y cuando uno se siente amado por el Señor, necesariamente se siente alegre y comunica esa misma alegría a los demás.

    • Disponibilidad para seguir los caminos y los planes de Dios sobre cada uno de nosotros, porque solo así estaremos facilitando al Señor que nos salve, y solo así estaremos ayudando a otros, con nuestro testimonio, a comunicarles que Dios vive, que está en medio de nosotros y nos quiere.

    Vivamos esta Navidad con estas tres actitudes importantes de la Virgen: fe para acoger y dejar que Dios entre en nuestra vida y nos transforme. Alegria, porque si Dios está con nosotros necesariamente nos tenemos que sentir alegres y llenos de gozo y tenemos que comunicárselo así a los demás. Y disponibilidad, para hacer en todo momento de nuestra vida lo que el seguimiento del Señor nos pida, porque solo Él puede llenar nuestros anhelos e interrogantes.

    Feliz Navidad para todos.

    + Gerardo Listado completo de Cartas