«Cristo es quien hace fructificar las obras de nuestras manos»

Como cada año, el 10 de mayo es una fecha relevante para el presbiterio diocesano, que se une para celebrar la eucaristía y pasar una jornada de convivencia por el día de su patrón, san Juan de Ávila.

Este año, la jornada se abrió con la eucaristía, que presidió el obispo, monseñor Gerardo Melgar. Después, la experta en san Juan de Ávila, Encarnación González Rodríguez, explicó a los sacerdotes la faceta comunicativa del santo, por la que fue conocido en su tiempo como gran predicador y guía de almas. Al término de la conferencia, los sacerdotes que cumplen este año 25 y 50 años de sacerdocio recibieron un homenaje de sus compañeros.

La misa, a la que asistió la mayor parte del presbiterio, se celebró en la capilla mayor del Seminario. El obispo, en la homilía, destacó las virtudes que san Juan de Ávila «vivió de forma extraordinaria porque ellas son siempre una llamada importante para nosotros».

En primer lugar, habló de la faceta de orador del santo, que además era el tema de la conferencia posterior. Monseñor Melgar destacó el conocimiento que tiene san Juan de Ávila de la Sagrada Escritura, así como la virtud de profeta y testigo: «Arrastraba multitudes porque lo que decía con la palabra lo corroboraba con la vida». Después, hizo una llamada a todos los sacerdotes, para que revisen su propia predicación a la luz del ejemplo del maestro Ávila.

La segunda virtud que destacó fue su «gran amor a la penitencia y a la cruz. […] Él era consciente de que el ministerio para el que había sido llamado llevaba necesariamente la cruz y lo aceptaba de buen grado y lo vivía con verdadero espíritu». También en este punto hizo una llamada a los sacerdotes: «Nosotros tantas veces sentimos que en nuestro ministerio la cruz se hace presente con mucha frecuencia. […] A veces nos olvidamos de que hemos sido llamados a evangelizar desde la cruz y nos inquieta el poco fruto que obtenemos a pesar del mucho esfuerzo que ponemos». Desde esta realidad, animó al presbiterio a recordar «siempre que Cristo es quien hace fructificar las obras de nuestras manos».

En tercer lugar habló de la oración, tan presente en san Juan de Ávila. Recordó que es «algo esencial en la vida de todo sacerdote» y que frecuentemente es algo que se deja de lado, es «la hermana pobre de nuestra espiritualidad», pero ha de ser una verdadera escuela para el ministerio, para la acción de Dios que se sirve de los sacerdotes.

Por último, recordó que una de las motivaciones de la celebración es acompañar y felicitar a los sacerdotes que hacen este año sus bodas de oro y plata, y animó a todos a unirse a su alegría, mirando todo el buen recorrido que han hecho al seguir a Cristo en su vocación. Además, invitó al presbiterio a dar gracias conjuntamente por la entrega de todos, y especialmente por los sacerdotes que celebran su aniversario. Esta gratitud la hizo extensiva a la familia, a los otros sacerdotes y a los laicos, que «nos acompañan a desempeñar con ilusión, entrega y compromiso nuestra identidad sacerdotal. Para terminar, recordó a aquellos «jóvenes que puedan sentir hoy la llamada de Dios al sacerdocio. […] La fidelidad y entrega de estos sacerdotes que celebran el aniversario de su sacerdocio son la afirmación y la proclamación clara de que ser sdacerdote merece la pena, que es posible mantenerse fieles y ser felices a pesar de las dificultades».

Al finalizar la misa, en la que el grupo de curas que celebran su aniversario estuvo cerca del obispo en el altar, todo el presbiterio entonó unido el himno a su patrón.

El «comunicador» san Juan de Ávila

Después de la eucaristía tuvo lugar una conferencia a cargo de Encarnación González Rodríguez, experta en san Juan de Ávila, que explicó al auditorio la faceta comunicativa del santo. En primer lugar, hizo una semblanza del maestro deteniéndose en su experiencia en la cárcel de Sevilla, donde «comprendió el misterio de la redención», que siempre estuvo presente en sus sermones y obras. González, que fue la postuladora de la causa del doctorado, explicó cómo se formó el «comunicador» san Juan de Ávila, que creía firmemente en la llamada de todos los hombres a la santidad. Por eso, en sus sermones, se dirigía tan personalmente a todos que cada uno de los oyentes individualizaba el mensaje, lo que motivaba las conversiones. La ponente comentó, con palabras del santo, que el maestro Ávila entendía la predicación como engendrar hijos para Dios, creyéndose lo que decía y con una buena preparación desde la oración y la lectura. En cuanto al mensaje que transmitió, subrayó en primer lugar la Palabra de Dios, después la idea de que «Dios es amor» y, por último, la cruz de Cristo, la redención. Tal fue la intención de san Juan de Ávila de llegar a todos, que elaboró un catecismo con música, para que las personas menos cultas pudieran también tener experiencia de Dios y caminar hacia la santidad.

González concluyó preguntando; «¿Ofrece hoy san Juan de Ávila algo?» Y respondió: «Más bien hay que preguntarse si seremos capaces de conectar con lo que nos dice. La pregunta está en nosotros sobre este doctor del s.XXI».

Tras la ponencia, llegó el turno para el homenaje a los sacerdotes que hacen este año 25 y 50 años en el presbiterio. Cuatro sacerdotes celebran el aniversario de 50 años, mientras que dos cumplen sus bodas de plata. Cada uno de ellos se dirigió a sus compañeros, repasando sus sentimientos tras su camino vocacional. Todos ellos recibieron de manos del obispo una estola como recuerdo del aniversario.