La parroquia de Herencia ha peregrinado a Polonia

La parroquia de Herencia ha preparado como actividad parroquial para este verano una peregrinación a los lugares de san Juan Pablo II. Todavía está reciente su vida y su testimonio para cristianos de buena voluntad que buscan la fe y encuentran, en la vida y el testimonio de otros, un aliento para su fe.

La peregrinación a los lugares de san Juan Pablo II comenzó por Varsovia y por la «Ciudad de la Inmaculada». Así se conoce a Niepokaloanów que es un convento franciscano que fue fundado por san Maximiliano María Kolbe en 1927. Fue un gran centro de espiritualidad y en la Segunda Guerra Mundial de refugio y salvación para muchos. San Maximilano María Kolbe fue un sacerdote que entregó su vida a cambio de la de un prisionero (como él) en un campo de concentración nazi.


Después peregrinaron al centro espiritual de Polonia: la Virgen Negra de Czestochowa. Allí rezó san Juan Pablo II. A continuación, desde Cracovia, visitaron el campo del horror en Auschwitz donde tuvieron muy presente la vida de santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y de san Maxiliamo María Kolbe. Santa Edit Stein, buscadora incansable de la verdad. Primero judía, luego convertida al Cristianismo para ser monja carmelita descalza. Murió en ese campo de concentración, en Auschwitz, el 9 de agosto de 1942, en una cámara de gas. También san Maximiliano María Kolbe entregó su vida a cambio de la de un prisionero en ese campo de concentración.

En Wadowice pudieron renovar las promesas bautismal al lado de la misma pila bautismal en la que san Juan Pablo II recibió el bautismo. Todo un símbolo cargado de contenido: hijos de Dios por el bautismo que juntos peregrinan en esta tierra camino del cielo, «camino de la casa del Padre».
 

Residieron en Cracovia y visitaron especialmente el palacio arzobispal. Allí fue ordenado en la clandestinidad como sacerdote Juan Pablo II el1 de noviembre de 1946. En la Catedral de Wawel, también en Cracovia, el 28 de septiembre de 1958, fue consagrado obispo.

Las peregrinaciones que realizan nuestras parroquias ayudan a estrechar lazos entre sus miembros y, también, a conocer otras iglesias y otras realidades.