Pistas para una parroquia misionera

Dentro del ciclo de conferencias organizadas por el arciprestazgo de Ciudad Real sobre la conversión pastoral, el pasado día 21 de noviembre, Ignacio Damas López impartió, en el salón de actos de la parroquia de San Pablo, la conferencia Los diez indicadores de las parroquias misioneras.

[Puedes ver la conferencia en este enlace]

Damas López es vicario general de la diócesis de Jaén, párroco de la parroquia Cristo Rey de Jaén y anterior responsable del Área de Primer anuncio de la CEE.

Antonio Ruiz, sacerdote de la parroquia de Santiago de Ciudad Real, presentó al ponente y el tema de la conferencia, destacando la importancia de la formación de todos los cristianos ante los retos de la nueva evangelización.

El ponente comenzó hablando de la conversión pastoral como una «desintoxicación que es costosa, pero saludable». Se trata de un proceso largo y cargado de dificultades y sacrificios, pero posible de llevar a cabo «con grandes dosis de ilusión». Hay buenas prácticas que lo atestiguan, explicó.

Toxinas en la labor pastoral

Damas expuso las «toxinas» que se deben «drenar y depurar». La primera hace referencia a «mirar para adentro», organizando actividades sólo para los que ya están en la parroquia. Para superar este problema, animó a pasar a la otra orilla para trabajar en la «pesca de otros peces».
 
La segunda toxina es el «líder solitario», que trabaja sin visión. Destacó la importancia del liderazgo compartido entre sacerdotes, laicos, religiosos, de toda la comunidad. Es necesario que trabajen corresponsablemente en las tareas y en las responsabilidades delegadas.
 
El sacerdote expuso la importancia de la tercera toxina: apoyarse en el esfuerzo personal. La fuerza viene del Espíritu Santo que es el único capaz de transformar vidas.

El «proceso de desintoxicación» tiene como punto de partida la parroquia de mantenimiento, avanzando en una primera etapa en la que se lleve a las personas a la conversión para, posteriormente, convertir las estructuras. En un estado de madurez, hay que caminar hacia una «parroquia misionera». Todo ello en un tiempo de entre 10 y 12 años, dijo, recalcando que no se está solo en el proyecto, Dios da el encargo y la capacidad.

Una parroquia misionera

Para terminar, expuso diez indicadores de una parroquia misionera, aportando un cuestionario a cada asistente para conocer el estado en el que se encuentran sus parroquias. La finalidad era evaluar las áreas de mejora y priorizarlas en pequeños grupos parroquiales para poder implementar planes de acción.

Dar prioridad al domingo como día del Señor, cuidar la acogida yendo al encuentro de los más alejados, «cantar la misa y no en la misa», brindar homilías carismáticas y emotivas, suscitar ministerios desde las fortalezas de las personas, formar y cuidar pequeñas comunidades, facilitar el paso «de rezadores a orantes» posibilitando encuentros con el Señor o «convertirnos en una Iglesia que invita a seguir viniendo» fueron las líneas estratégicas que aportó Ignacio Damas para conseguir comunidades parroquiales misioneras en las que la conversión personal ha de ser previa a la conversión pastoral.