La inclusión de los discapacitados en la comunidad cristiana

El pasado sábado tuvo lugar, en la residencia Santo Tomás de Villanueva de Ciudad Real, el VI Encuentro Cristianos discípulos del siglo XXI, en esta edición con el lema La Iglesia en misión, misión de todos.

Para el encuentro, se contó con Enrique Alarcón García, expresidente de Frater España y uno de los participantes en la asamblea sinodal de Sínodo de los Obispos del pasado octubre.

Después de la bienvenida y presentación de la jornada por parte del vicario general, Jesús Córdoba, intervino el delegado de Apostolado Seglar de la diócesis, Juan Manuel García de la Camacha, que presentó al ponente.

Enrique Alarcón García agradeció la elección como conferenciante para la jornada, puesto que supone una preocupación por la integración de las personas con discapacidad —Frater es el movimiento especializado en el ámbito de la enfermedad y discapacidad dentro de Acción Católica—. Comenzó citando el número 98 de Fratelli tutti, que habla de las personas con discapacidad como los «exiliados ocultos que son tratados como cuerpos extraños en la sociedad» y pide que «participen activamente en la comunidad civil y eclesial».
 
Esta participación activa en la comunidad eclesial de los discapacitados fue una insistencia del conferenciante. Se refirió a la Iglesia como una casa, un hogar que, en muchos casos, especialmente en los templos, tiene lugares inaccesibles para personas con alguna discapacidad: «No puedes considerar tu casa aquella a la que no puedes entrar. Será la casa de otro», dijo, animando a trabajar en la accesibilidad de los templos.
 
Continuó explicando que «la Iglesia ha hecho una labor inmensa con los discapacitados a lo largo de la historia, pero se ha quedado en lo asistencial», dejando de lado que los discapacitados sean miembros activos: «En muchos casos se nos sigue considerando como objetos», no como personas con autonomía que es lo que «nos va a llevar a ser agentes de evangelización», insistió.
 
Por otro lado, expuso cómo, además de esta preocupación solo en lo asistencial, ha habido históricamente razones de tipo teológico que expulsan a los discapacitados de la integración plena en la comunidad. El «dolorismo» ha hecho que se llegue a considerar a las personas con grandes discapacidades como un «regalo de Dios», mientras que años atrás se los consideraba como una «maldición». De fondo, en ambas ideas, se deduce la comprensión de Dios como un ser «cruel y despiadado» que se traduce en la consideración del discapacitado como un «elemento digno de caridad».
 
Frente a esto, el papa Francisco habla de una «Iglesia inclusiva» que lleve a los discapacitados a integrarse en la comunidad de manera plena, permitiéndoles ser agentes evangelizadores.
 
En una segunda parte de la su intervención, Alarcón explicó su experiencia en el Sínodo de los Obispos el pasado octubre. Participó con voz y voto, representando al laicado y a las personas con discapacidad.
 
«De lo que no hay duda es de que este Sínodo no tiene parangón con ningún otro. Para los que hemos estado marcará toda nuestra vida. Para mí fue un nuevo Pentecostés. El Papa convocó a todo el Pueblo de Dios, no solo a los obispos». Narró cómo fue la metodología elegida, que comenzó con un retiro de tres días para que todos los participantes pudieran ponerse a la escucha.
 
Precisamente la escucha y el diálogo —expresados en la metodología con reuniones de doce personas en mesas redondas— fueron el modo con el que se trabajó sobre lo recogido en la fase de escucha. «Se ha pensado que la asamblea era para tomar decisiones. Pero no es verdad. Lo que hemos hecho es dar luz y discernir sobre lo que se recibió de todas las partes del mundo», explicó Alarcón.
 
El conferenciante termino alegrándose de la inclusión en el Informe de Síntesis de esta fase del Sínodo del reconocimiento de la capacitación de las personas con discapacidad para la evangelización. Ha sido un trabajo de muchos años y de muchas personas que ha conseguido que en el documento se hable de que, «en la promoción de la corresponsabilidad para la misión de todos los bautizados», se reconozcan «las capacidades apostólicas de las personas con discapacidades».
 
El encuentro concluyó con un diálogo entre los participantes y Enrique Alarcón.