«El abrazo de amor de la Iglesia a una humanidad que sufre»

El domingo 26 de noviembre, el Seminario acogió el encuentro diocesano de voluntarios de Cáritas.

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Fue el decimosexto encuentro, que reunió en esta ocasión a más de doscientos voluntarios de toda la provincia con el lema Soy voluntario, soy imagen de Cáritas. Comenzó con la misa en la capilla mayor del Seminario, presidida por el obispo, don Gerardo Melgar, y concelebrada por el delegado de acción sociocaritativa de la diócesis, Felipe Muñoz Maldonado, y el rector del Seminario, Juan Serna Cruz.
 
Don Gerardo agradeció a los voluntarios el trabajo que hacen en las parroquias y en los centros de Cáritas, recalcando que esta labor es una vocación y una misión que tiene su raíz en el bautismo.

Acogida, diálogo y acompañamiento

«Cristo es el buen pastor que acogió siempre a las ovejas y cuidó especialmente de las heridas y de las débiles, que fue a buscar a las perdidas. Así nos da ejemplo de acogida tanto de los que vienen a nosotros como aquellos que nosotros tenemos que ir a buscar», dijo. Desde este ejemplo de Cristo, don Gerardo destacó «tres actitudes fundamentales que debemos reunir como voluntarios de Caritas».

Como primera actitud, propuso la acogida: «Siempre hemos de ser acogedores mirando a las personas y las situaciones por las que pasan con una mirada de amor y de misericordia, como la actitud de Jesús: No he venido a condenar al mundo, sino a salvarlo». Por eso, el voluntario de Cáritas debe descubrir, contemplar, agradecer y celebrar la presencia y la obra de Dios en cada persona que acoge en nombre de la Iglesia, y hacerlo con las actitudes de amor y de misericordia que tuvo el mismo Cristo».

«Cristo es el buen pastor que acogió siempre a las ovejas y cuidó especialmente de las heridas y de las débiles»

Esta acogida pide de los voluntarios una segunda actitud: el diálogo, «la capacidad de dialogar con sinceridad con aquellas personas que acogemos. El diálogo es un bien connatural a la Iglesia, ya que esta tiene que realizar su misión proponiendo y ofreciendo su mensaje de salvación a todos los hombres y a todos los grupos y culturas. Ser voluntario de Cáritas implica escuchar, descubrir lo que el otro piensa, lo que siente, lo que ama, lo que sufre».

La tercera actitud que propuso es el acompañamiento: «Esta actitud es muy propia de la naturaleza maternal de la Iglesia, que, como las madres, es siempre acogedora y acompaña siempre a sus hijos».

Por otro lado, don Gerardo explicó que el voluntariado de Cáritas no es como la pertenencia a una ONG, sino que radica en el bautismo: «Es el ser bautizados lo que nos da la verdadera identidad como voluntarios de Cáritas. La Iglesia entera y todos cuantos la formamos hemos de ser enviados para hacer presente el amor del Padre Dios a los hombres, hacer presente y traslucir el amor de Cristo, especialmente a los pobres y marginados de la sociedad».

«Sin espiritualidad, Cáritas se convertiría en una ONG y el voluntariado en un miembro de esa misma ONG»

En este sentido, recalcó la importancia de vivir una espiritualidad que anime el voluntariado: «Sin espiritualidad, Cáritas se convertiría en una ONG y el voluntariado en un miembro de esa misma ONG». Es más, aunque no se lleguen a cubrir todas las necesidades, «lo poco que hagamos para aliviar las necesidades de las personas será recibido como la semilla que crecerá y dará fruto, como un signo de presencia y del amor de Cristo».

Para concluir, don Gerardo animó a todos los voluntarios a continuar con su misión: «El voluntario es el abrazo de amor de la Iglesia a una humanidad que sufre. Vuestra tarea es preciosa y vuestra misión es importantísima en la Iglesia y en el mundo. Os animo a vivir vuestro voluntariado como un auténtico regalo del Señor. No estáis solos. El Señor va con vosotros siempre».
 
El voluntario, imagen de Cáritas
 
Después de la misa, el grupo se reunió en el salón de actos del Seminario. Allí, el obispo volvió a insistir en su agradecimiento a la labor de los voluntarios. Por su parte, la directora de Cáritas Diocesana—también voluntaria—, Conchi Aranguren, se dirigió la asamblea para enfatizar la importancia de la vinculación de los voluntarios a la comunidad cristiana: «Recordad que somos enviados en la comunidad y que la Iglesia pone en nuestras manos el ejercicio de la caridad. Somos mediadores del amor de Dios hacia aquellos que resultan ser los más desfavorecidos en la sociedad». Además, como enviados de la comunidad, les pidió «no olvidar la inserción en la vida de la parroquia, informando y animando sobre la labor de Cáritas».

Después, la directora dio paso al ponente, Jesús Pérez Mayo, director de Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz. Destacó, desde su propia experiencia como voluntario de la institución, que «ser voluntario de Cáritas es ir a contracorriente en este mundo tan mercantilizado», poniendo el acento en el ser y hacer del papel de voluntario dentro de la Iglesia porque «nuestro testimonio, nuestras manos a la hora de desarrollar el trabajo, es cumplir con nuestra misión evangelizadora». Pérez Mayo concluyó su intervención proponiendo una tarea: «Os pido que os cuidéis y que os dejéis cuidar; para así poder seguir cuidando a los demás».

La mañana finalizó con una mesa de experiencias entre varias voluntarias de la diócesis y un participante con el objetivo de dar testimonio de su compromiso y labor dentro de Cáritas Diocesana de Ciudad Real. Un denominador común en sus relatos fue la escucha activa con principal herramienta para poder ayudar a los demás.

Este decimosexto encuentro de voluntarios fue una jornada muy esperada, puesto que la anterior edición se anuló a causa de la pandemia en abril de 2020.